Como moneda
sembrado medio a medio en el arrozal que crece en tu pecho
se lanzan, zumban recuerdos verdes hacia el lugar donde se cierran mis labios.
Y como bomba lacrimógena
mudamente, verticalmente
voy a los pies, a los muebles
a las orillas de las camas.
Y estocado por el soplo célebre en esos labios,
húmedamente ciego
contemplo la estampida
que sigue tu sonido color aceitoso
catedral galopante.