Bronx, puerta número cinco.
─ Jimmy Valdez
El pie que se descalza para abrir la cerradura, un guante de béisbol, la redondez del espejuelo en el silencio de las nanas, el hombre cuyo palacio es un libro gravemente chamuscado, la carne de una mujer, de otra, de muchas.
Un Monet, la sensación a grito, los espectáculos orantes de la blasfemia, nuestra congregación, congregación acostumbrada a beber vino, pero no a fumar, haciendo inevitable que se nos culpe.
Así abordamos los principios, de inutilidad en inutilidad, sabiendo que al marcharnos, que al decir hasta luego, nos íbamos distintos, con otro cuerpo para esculpir nuevas piedras.
Y hemos regresado, y hemos cumplido con los ritos: empezar desde cero cada visita.
Breve comentario a “Bronx, puerta número cinco” de Jimmy Valdez
Breve comentario
Jajaja. ¿Qué será peor para la salud? o expresado en otra manera ¿qué será peor para el fluir del pensamiento? El humo del cigarrillo (cigarro) o el alcohol (vino). Cualquiera que fuese la respuesta, revelará que la poesía de Jimmy Valdez viene siempre fresca, innovadora y agradable de leer y sustentando una nueva experiencia, a veces muy personal, otras de una comunidad. Pero en este caso de un grupo (tertulianos), que a veces, como se ve en la escena que representa el poema, retrata una combinación de ambas cosas.
Más aún, estos versos son el resultante de la cotidianidad y su alrededor, vistos y presentados por alguien, así como si fuera un visitante ajeno al entorno. Por un extraño en su mismo mundo, que devela, en primer lugar un hombre y su mundo. Enmascarado en “un guante de béisbol”, que simbólicamente puede representar éxito o fracaso del hombre pelotero. Así puede también representar la edad madura del jugador o aficionado del juego de pelota. De la misma manera, se puede vislumbrar otro momento de la vida del personaje que contrasta con su campo de juego actual restringido a un terreno, quizás manejable para a su edad; el apartamento que encierra con mayúscula un sustantivo conocido, " Puerta número 5" y la revelación de ese hombre, su mundo íntimo acompañado por libros. Y, aunque el poema empieza con un lenguaje que parece no poético, totalmente fragmentado, sufre una transformación de la misma manera, que ellos, los contertulianos que “blasfeman,” el hasta el apartamento, como acto de magia y astucia del poeta se transforma en un palacio.